El impuesto sobre el patrimonio es un tributo que grava el valor de los bienes y derechos que posee una persona, independientemente de los ingresos que obtenga por su actividad económica o profesional. Se aplica en España desde 1977, aunque ha sufrido varias modificaciones a lo largo de los años.
Los residentes están en la obligación de declararlo y pagarlo cuando les corresponda. Para ello, conviene conocer con exactitud su definición, cómo se calcula y las consecuencias que tiene en las finanzas personales. Un ejemplo de ello es el impuesto de donaciones, el cual se debe pagar cuando se recibe como regalo un bien de un valor alto o una suma grande de dinero.
¿Qué es el impuesto sobre el patrimonio?
Es directo y personal. Se calcula en función del valor neto de los bienes y derechos que tiene una persona al 31 de diciembre de cada año. Este valor neto se obtiene restando las obligaciones y deudas de los bienes y derechos del contribuyente. Se podría resumir en la siguiente fórmula:
Patrimonio neto = Bienes y derechos – Obligaciones y deudas.
El impuesto tiene un carácter progresivo: cuanto mayor sea el valor del patrimonio, mayor será el tipo impositivo que se aplicará. Además, cada comunidad autónoma puede establecer sus propios tipos y bonificaciones, por lo que la cuota a pagar puede variar según el lugar de residencia.
¿Cómo se calcula el impuesto sobre el patrimonio?
Hay que seguir los siguientes pasos:
- Determinar el valor de los bienes y derechos que forman parte del patrimonio. Estos pueden ser inmuebles, vehículos, acciones, fondos de inversión, depósitos, joyas, obras de arte, etc. El valor se determina según las normas establecidas para cada tipo de bien o derecho. Es de mucha utilidad llevar un control anual sobre los bienes y derechos adquiridos para poder declararlos en su totalidad.
- Restar al valor de obligaciones que tenga el contribuyente. Pueden ser hipotecas, préstamos personales, créditos al consumo, etc. Se podría definir como todo el dinero que tiene que pagar el contribuyente, así que no es suyo. Este monto se va a restar de los bienes y derechos.
- Aplicar las reducciones y exenciones que correspondan según la normativa vigente. Existen reducciones y exenciones que varían según el bien o derecho. Un ejemplo es la exención para los bienes afectos a la actividad empresarial o profesional, siempre que se cumplan ciertos requisitos.
- Aplicar el mínimo exento que establezca cada comunidad autónoma. Es la cantidad de patrimonio que no tributa por este impuesto, y varía según cada comunidad autónoma.
- Aplicar el tipo impositivo que corresponda según la escala establecida por cada comunidad autónoma. Varía desde el 0,2% hasta el 3,5%, dependiendo del tramo de patrimonio en el que se encuentre el contribuyente.
- Restar las bonificaciones que pueda haber en cada comunidad autónoma. Son descuentos que se aplican sobre la cuota a pagar por este impuesto.
El proceso es sencillo en la teoría, ya que la fórmula del patrimonio neto es fácil de calcular. Sin embargo, el proceso se complica por los cambios que ha tenido la normativa a lo largo del tiempo, además de las variaciones que existen entre cada comunidad autónoma. Y a esto hay que sumarle la variable del tramo de patrimonio en el que se encuentra el contribuyente, el cual podría cambiar de un año a otro.